miércoles, 21 de diciembre de 2011

Madrid

Ya he vuelto. Me echabais de menos, lo sé. He estado unos cuantos días fuera y aproveché a hacer una visitilla a mi gente de Madrid. Me ha dado tiempo a hacer un poquito de todo: disfrutar de la gastronomía local, salir, hacer turismo, ir de compras, hacer fotos, ver a la familia y sobretodo, tomar cañas. No sé ni cuanta cerveza he podido consumir en estos días. Como bien dijo mi amigo Gonzalito mientras ingeríamos nuestra primera bebida del día: “estamos desayunando, que esto es pan líquido”. He disfrutado estando tirados en casa con una resaca del quince a las siete de la tarde en pijama riéndonos y comentando la noche anterior. Hemos ido a La Latina a degustar las lágrimas de faisán de La Sureña mientras bebíamos un cubo de cinco cervezas por tan sólo tres euros. He ido al mercado de San Antón, en Chueca, donde compramos una bandeja de minihamburguesas de pato macerada con Oporto y tomado un Ribera en la primera planta. He pasado bastante tiempo en el FNAC de Callao devorando libros y discos. Hemos pasado la tarde en Starbucks viendo el árbol de Navidad y “comentando la jugada”. He hecho un buen previo a salir la noche del viernes tomando cervezas y cenando pizza del Domino´s mientras mi amigo Rafa y yo veíamos los mejores momentos de los desfiles de Victoria´s Secret. He visto que en el nuevo mercado de Fuencarral se enorgullecen de tener sardinas de Santoña. Hemos visto a mi Madrid golear al Sevilla. He ido a una fiesta compuesta por seis chicas y dos gays en la que, como es habitual en mí, me pasó como a la socorrista tóxica que mezcló cloruro de so...no, nitrato de... fosfato de...bah, que la lié parda. Me han invitado a un buen vino y pincho en el Restaurante Orio en Fuencarral tras una tarde de no-compras por no encontrar lo que buscaba. He almorzado en Herjomar, situada  en la calle Reina Victoria, donde hemos comido en tiempo récord como animales y de ahí corriendo a coger un avión que estuve a punto de perder. He ido a cenar con tres princesas al José Luis y comprobado que la tortilla no merece tal fama. He salido por Malasaña y terminado la noche tomando un bocadillo en Sesión Golfa, en la calle Vicente Ferrer, que me ha sabido a gloria. He visto lo loca que está la gente, Jhonny, al hacer esa pedazo cola interminable en Doña Manolita,…
Y por supuesto, he confirmado el porqué del nombre a la calle de la princesa.



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